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La Pared Blanca

La Pared Blanca


A veces te quedas mirando fijamente una hoja en blanco y te asaltan miles de recuerdos; es una especie de explosión de confetis de colores diversos, todo tipo de colores; a medida que van pasando el tiempo y los años, los colores fríos y grises, van ganando terreno y en la distancia queda el recuerdo de los más cálidos.

 

A veces esta lluvia de confetis, deja caer alguna que otra pedrada, otras alguna imagen de alguna persona, otras emociones y sensaciones.

 

En estas situaciones, te encuentras algo colapsado, pero te dejas llevar como siempre y pones los dedos sobre el teclado, tus manos sobre la arcilla o bien sujetas un lápiz  o un pincel y todo fluye; lo mejor es no pensar,  dejar que fluya todo; es como si multitud de afluentes, descendiendo con mayor o menor velocidad y socavando su curso a través de los estrechos canales; siempre en pendiente y sorteando curvas, piedras y rectas, fueran circulando, dibujando entre todos, los dedos de unas manos, por las que cada vez, hay más relieve, textura y detalles, semejantes a una tierra a falta de lluvia, torturada por los años, el sol y el trabajo, que deja entrever ya sus elocuentes formas rocosas, a través de una piel que se está volviendo translucida.

 

Los afluentes, se van uniendo hasta llegar a tus manos, articulaciones, muñecas y finalmente a tus brazos, el cauce principal, por cuyo interior, circulan todo tipo de recuerdos a modo de feedback, recorren todo tu cuerpo hasta regar nuevamente tu cabeza reactivando esas neuronas grises y apagadas, animándolas a despertar; volver a colorearse con nuevos recuerdos y pensamientos una y otra vez, hasta que, de alguna forma o manera, acaban por ser expulsados u olvidados. 

 

 

Puedes decidir simplemente quedarte frente a una pared blanca o gris, mirándola durante días o meses, o puedes simplemente mancharla con lo que tengas a mano o escribir sobre ella; tal vez las palabras no fluyan de tus labios o quizás te apetezca cantar una canción sin sentido cualquier cosa que haga que esa especie de lluvia de confetis, vuelva a recircular por sus cauces; recuerda, que el agua estancada, acaba generando malos olores y muerte; es mejor dejar que esta desemboque en el mar, dejando en el delta, una tierras ricas para el cultivo y la generación de nuevas ideas y permitirte porque no, sembrar en ellas también un hermoso jardín, al que acudan todo tipo de especies.